domingo, 25 de noviembre de 2012

Música para el pueblo con el pueblo

ROSA VALLE.- Debe de ser todo un punto la estampa: padres e hij@s aprendiendo juntos los rudimentos del lenguaje musical en una misma aula. Grandes y pequeñ@s enzarzándose por culpa de ritmos, notas y partituras. Los mayores disimulando su ignorancia musical (“yo esto lo sabía, pero se me olvidó”) y los pequeños resoplando, los ojos hacia arriba (“si es que…”). Y con estas familias, e infinita paciencia y vocación, Toño Fernández, director de la Banda de Música de Villaviciosa, trompetista y más cosas que tienen que ver con el viento, la enseñanza y las melodías. Que estos músicos, currantes pluriempleados y amigos de liarse en mil frentes, suelen andar en varias aventuras (enseñan en distintas escuelas, dan clases particulares, tocan en diferentes formaciones…).
Yo ya digo que lo de la Escuela de Música de la Banda de Villaviciosa en Quintes -los jueves por la tarde son las clases en la sede de la Sociedad Cultural Recreativa Clarín -tiene un reportaje guapo. Lo dejo caer por si topo con algún lector-plumilla.
Hablaba de la santa paciencia y vocación de Toño, la persona que ha dado un giro a la banda municipal maliaya. Rodeado de un jovencísimo equipo (buena parte, niñ@os) ha sabido mover su batuta con acierto para aglutinar a políticos, padres, chavales, asociaciones y vecindad en torno a su proyecto musical. Aquella ‘banda de Toño’ que hace un escaso año debutaba en un concierto en Quintes aún sin bautizar (cierto que no tenían nombre; la que firma no sabía entonces cómo presentarlos en su estreno oficial en la iglesia de Quintes en diciembre de 2011) celebra su primer cumpleaños convertida en capital de la banda municipal, con un proyecto educativo  – la escuela- , mucho entusiasmo y, lo más importante para un músico, el reconocimiento de su público.
Tenían que haberles visto (algunos tuvimos la suerte) ayer, sábado 24 de noviembre, en el concierto en honor a Santa Cecilia que ofrecieron en el Teatro Riera. Salieron a hombros. Conquistaron. Ellos y sus colaboradores, la Gigia Sax Band, dirigida por Juan Antonio Menéndez, saxofonista y director de la Escuela de Música de Viesques. Los dos directores y músicos casan bien. Son de la misma “escuela”. Entiéndanme, lo que quiero decir es que comparten onda educativa. Fuera del séquito de ‘la música con sangre entra’ tan vivo aún en esto de la enseñanza musical en algunos profesionales que quizá sepan mucha música pero poco de cómo enseñarla, que acaban matando el amor por la música (si no el amor propio) en tantos chavales. Mucha técnica y poca pedagogía, poca mano izquierda y alegría, caray. ¿Acaso no es eso la música (alegría)? No es el caso – no es éste el déficit- de Toño y Juan.
Un placer la conexión y complicidad que ambos tienen con su gente (sus músicos), ellos entre sí y su gente con su gente. A la vista estuvo en el concierto de Santa Cecilia en el Riera. Simbiosis que se percibe natural y que como tal la transmiten y llega.

A esta banda que ahora se apellida ‘de Villaviciosa’ le gusta innovar y tocan para TODOS. Innovación y café para todos no están reñidos. En su repertorio hay sitio para los mayores, guiños juguetones para los niños, fuerza y viveza para despertar a quien iba con intención de echar una cabezadita, temas modernos para divertir a los jóvenes y no tan jóvenes… El viento más clásico con la percusión y la voz destilaron versiones irrepetibles por cuanto únicas en su interpretación de  composiciones de Prince (Purple Rain), J. Cristopher y M. James (Always on my mind) u Orzabal y Roland (Woman in chains).
 
En el momento en que demuestran su destreza técnico-musical las bandas el respeto del público ya lo tienen. Pero es que éstas, la de Villaviciosa y la Gigia Sax Band, además tienen el cariño y la entrega hasta del más profano. Porque la cercanía, gracia y humor que sus líderes y colaboradores demuestran es lo que les hace conectar con la gente. Música para el pueblo con el pueblo. Helo ahí.

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